viernes, 12 de agosto de 2011

Un poco de historia: Conceder en cinco días


Con Pancho habíamos trabajado juntos en algunos proyectos de consultoría. El más interesante (e intenso) había sido la implantación de la Gerencia de Proyectos en un banco, proyecto dirigido por Pepe Palma.

miércoles, 3 de agosto de 2011

Go o Weiqi, juego de la vida


“Siete minutos para aprender a jugar, siete años para aprender a ganar”

Saliendo de una clase de Tai Chi, me cruzo con el fundador del Instituto, Kin. En su castellano chapurreado me espeta:
-¿Juegas Go?
-No- le respondí-. Me encantaría aprender.

domingo, 24 de julio de 2011

Comunicación e Internet

En Página 12 de días atrás aparece un artículo, “McLuhan: 100 años”, mostrando una mirada actual a los planteamientos de McLuhan.

Los autores (docentes investigadores) escriben: “McLuhan decía que debido a su acción de extender nuestro sistema nervioso central, la tecnología electrónica parece favorecer la palabra hablada, con su sentido inclusivo y de participación, más que la palabra escrita que es, sobre todo, analítica, rasgo propio de las culturas alfabéticas.”; a continuación agregan: “No obstante, hoy en día, los textos escritos que creamos se parecen al lenguaje oral”. Terminan con “Pensemos, por ejemplo, en nuestra inteligencia colectiva expandida/distribuida en un gran número de comunidades virtuales. ‘Hoy en día es tan necesaria una especie de conciencia o consenso externo como una conciencia privada. Con los nuevos medios, sin embargo, es posible almacenar y traducir todo; y la velocidad no es un problema.’”

viernes, 22 de julio de 2011

Tai Chi, una pasión

Hace 17 años que practico Tai Chi. Entré al Instituto de Cultura Oriental, donde fui aprendiendo los estilos Yang, Wu y Chen. También practicamos Tui Shou y, ocasionalmente, algunos movimientos de Kung Fu.

viernes, 15 de julio de 2011

El ritmo




Desde la ventana de un cuarto piso observaba a los muchachos y muchachas en su (para mí) extraña danza.
Era una decena enfrentada a otra decena, con un palo -de unos 60 cm- en cada mano. Avanzaban y retrocedían al son de los tambores. Cada pareja enfrentada se atacaba con los palos, en una subyugante coreografía. Uno lanzaba golpes mientras el otro se agachaba y giraba en su eje, para devolver los golpes y el otro (otra) repetía el mismo movimiento de esquivar y contratacar.